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Para que su empresa triunfe a nivel internacional, necesita comunicarse con públicos de todo el mundo con la fluidez de una empresa local. Para lograr que su contenido llegue con fuerza en la lengua materna de cada mercado, seguramente deba recurrir a servicios de interpretación, de traducción y localización o a ambos. ¿Cómo puede saber cuál es el que necesita?
Traducir e interpretar son servicios muy diferentes. La traducción se dedica al contenido escrito. Exige un elevado nivel de precisión e implica horas de trabajo. La interpretación, en cambio, se ocupa del lenguaje oral y se produce al momento. Su prioridad es facilitar la comprensión y la comunicación, antes que lograr la perfección.
La mayor diferencia entre interpretar y traducir estriba en el medio en el que se presta cada servicio: la interpretación transfiere a otro idioma un discurso oral y los traductores lo hacen por escrito. Los dos servicios requieren habilidades ligeramente distintas, pero ambos exigen profundos conocimientos lingüísticos y culturales, dominio de la materia y capacidad para comunicarse con claridad.
Aunque es habitual que los términos se utilicen indistintamente, conocer las diferencias entre estos dos campos lingüísticos estrechamente relacionados es fundamental para elegir un servicio que se ajuste a sus necesidades.
La interpretación es un servicio en tiempo real. Se presta en vivo, ya sea mientras el ponente u orador habla (interpretación simultánea) o justo después de su intervención (interpretación consecutiva), sin ayuda de guiones, diccionarios ni otros materiales de consulta. Los intérpretes profesionales tienen que trasladar el mensaje del idioma de origen (el idioma que se va a traducir) al idioma de destino dentro de un contexto. Para ello, manteniendo el significado original, deben reformularlo, mediante expresiones idiomáticas, coloquialismos y referencias culturales específicas que permitan que el público al que se dirige pueda entenderlo. Los únicos recursos con los que puede contar un intérprete al prestar sus servicios son la experiencia, una buena memoria y unos rápidos reflejos.
Los intérpretes se centran en proyectos que impliquen trabajar en tiempo real: conferencias y reuniones, consultas y citas médicas, procedimientos judiciales, intervenciones en programas de televisión en directo o lengua de signos.
Quizá la gran diferencia entre la interpretación y la traducción es que la mayoría de los traductores profesionales utiliza herramientas informáticas al realizar su trabajo. Con estas herramientas es posible convertir el contenido de origen en un tipo de archivo con el que resulte fácil trabajar (normalmente en formato RTF), aplicar una memoria de traducción al texto para que traduzca automáticamente cualquier fragmento traducido con anterioridad y completar el resto desde cero. Mientras el traductor trabaja en el texto, puede consultar glosarios y plantillas de guía de estilo de traducción para garantizar la calidad. Por último, otro lingüista revisará la traducción y el texto final escrito se convertirá al formato original para que el documento traducido sea lo más parecido posible al de origen.
La traducción se encarga de todo tipo de información escrita, como sitios web, documentación impresa, subtítulos de vídeo, software o contenido multimedia.
Ya hemos visto que son muchas las diferencias entre interpretar y traducir. A modo de resumen, hemos compilado una lista de las cinco diferencias más relevantes que debería tener en cuenta a la hora de elegir el servicio más idóneo para su proyecto.
En la interpretación se aborda el lenguaje oral en tiempo real, mientras que en la traducción se trabaja sobre textos.
La interpretación se realiza en el momento. Es un servicio que se presta en persona, por teléfono o a través de vídeo. La traducción, en cambio, puede tener lugar mucho después de que se cree el texto en el idioma de origen. Gracias a esto, los traductores disponen de margen para usar tecnologías y materiales de consulta con los que elaborar traducciones rigurosas y de primera calidad.
La interpretación no llega a ser tan fiel y exacta como la traducción. Aunque los intérpretes aspiran a la perfección, alcanzarla constituye un auténtico reto dadas las condiciones de inmediatez del servicio; en ocasiones, por ejemplo, es preciso omitir ciertas partes del discurso o la intervención en el idioma de destino. Aquí de nuevo el factor tiempo juega a favor del traductor, ya que le permite revisar y modificar el texto escrito.
Los intérpretes deben expresarse con total fluidez tanto en el idioma de origen como en el de destino, ya que su trabajo consiste en traducir al instante en ambas direcciones (traducción directa e inversa) sin ayudarse de materiales de consulta. Por el contrario, los traductores profesionales suelen traducir en una sola dirección: a su lengua materna.
El uso de metáforas, analogías y expresiones idiomáticas que calen en el público objetivo supone una dificultad tanto para intérpretes como para traductores. Pero los intérpretes, además, tienen que captar el tono, las inflexiones y la calidad de la voz, así como otros aspectos propios de la lengua hablada y, después, hacer llegar estos signos de comunicación verbal al público.
Ahora que ya conoce las diferencias entre traducir e interpretar, puede analizar cada servicio en función de sus necesidades específicas de traducción: ¿necesita traducir contenido sumamente técnico o tal vez textos con una temática muy concreta? Aunque a grandes rasgos las competencias de intérpretes y traductores son las mismas, un prestador de servicios lingüísticos puede asignarle los profesionales más cualificados y especializados según lo que necesite en cada uno de sus proyectos. Obtenga más información sobre nuestros servicios de traducción e interpretación y lo que podemos hacer por usted.
¿Busca servicios de traducción o de interpretación? No espere más y obtenga más información sobre los servicios de transformación de contenido de Lionbridge.